París 2024: El Belga Remco Evenepoel el doblete de un artista, en la contra reloj y ruta de los Juegos Olímpicos


El belga se cuelga el segundo oro en Paris 2024 en una secuencia que nadie había protagonizado en la historia.

En Montmartre, el barrio de los artistas, que fue donde cocinó la victoria, Remco Evenepoel repitió oro olímpico en los Juegos Olímpicos de París. Lo logró en la ruta, como había hecho siete días antes en la prueba contra reloj, en una carrera loca, sin gobierno, en la que el belga se siente inspirado como un impresionista. Con 24 años añade en el palmarés un Mundial en línea y otro contra el crono, además de la Vuelta a España de 2022, dos Liejas y tres Klasicas. Ningún campeón anterior honra con tanta púrpura ese título.

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En la última de las tres subidas al turístico distrito, con algo de pavé, calles sinuosas por las que se accede al Sacre Coeur y sus hermosas vistas de P,arís -¡qué gentío! ¡Qué fiesta!-, cercanos a la tumba de Jim Morrison, Remco sepultó al francés Valentin Madouas, el hijo de Laurent, un gregario de la era Indurain. El líder del Quick Step había atacado a 37,4 km de meta, después del marcaje que se habían practicado Van der Poel con Van Aert. Parecía que viajaban en tándem. Liberaron al indomable y enseguida metió 1.34 que se antojaba definitivo.

Fue una victoria con arte. Delante del Louvre, Evenepoel pinchó. Cambió rápido, pero las pulsaciones se dispararon. Tenía un minuto de margen, pero sin pinganillo, ciclismo en esencia, no sabía la posición del francés. Mientras iniciaba otra contra reloj, como el éxito con el que arrancaron los Juegos, pero de sólo tres kilómetros, comenzó a tocarse la muñeca mirando a la moto de la carrera pidiendo que alguien le diese una referencia. Cuando pasó por el bulevar hacia Trocadéro, a dos de meta, miró hacia atrás y vio que llegaría. La Torre Eiffel presidió un triunfo apabullante. Madouas, plata, y Laporte, bronce, añadieron más gloria para Francia que en bicicleta ya había hecho un triplete en BMX la víspera en el corazón parisino.

Fue el desenlace a una carrera de 273 kilómetros (a 43,154 km/h), una distancia de clásica antigua. En ese ‘deja vu’ de viejas etapas de las grandes pruebas, tan largas bajo la canícula de julio, se mostró al planeta, sin tanto calor como en la Grand Boucle, el progreso del africana subsahariana, que tiene como máxima expresión ahora al sprinter eritreo Birnam Girmay, ganador de tres etapas en el Tour de Francia y el maillot verde de la regularidad. Un ruandés -el año que viene serán en ese país los Mundiales-, un mauritano, un ugandés, junto a un marroquí y un tailandés, fueron los protagonistas en la parte que no contaba.

Anduvieron escapados desde las calles de París, antes de tirar para Versalles, hasta a falta de 74 km, Doscientos km exactos de lo que los cronistas de antes -que el ciclismo de competición se lo inventó un periódico- definían como fuga bidón, consentida. De los de primer orden,sólo se movió el italiano Viviani.

Pero cuando ya se divisaba París, antes del Coté du Pavé des Gardes, previo a la bajada que desembocaba en el circuito por el barrio de los pintores, las potencias empezaron a trabajar. Dinamarca para Pedersen; Países Bajos para Van der Poel; Bélgica para Evenepoel y Van Aert. Aquello, no obstante, era ingobernable. Y ahÍ Remco, como en su etapa juvenil cuando doblaba a todos los de las carreras, es un genio imbatible. Aranburu fue decimoctavo a 2:13.

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Hender “Vivo” González

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